

Pero no, muchas veces la televisión no sigue esa fórmula, aunque al público ya no parece importarle. España es uno de los países en donde más se observa esta tendencia, en la que la audiencia se vuelca por un producto que no es precisamente el mejor, dejando en las sombras a producciones de mayor nivel pero que no logran atraer a las masas.
Pasa algo muy raro en algún momento con algunos programas, donde la temática cambia abruptamente (y casi sin sentido) pero el éxito se sigue dando. Un ejemplo de esto es Los Hombres de Paco, que empezó brindando algo de humor negro y ahora no es más que un drama llorón repleto de golpes bajos para el espectador.
Otro problema que se ve en la actualidad es que las compañías productoras pierden la seriedad al ofrecer productos que no son más que la explotación de éxitos extranjeros. Ahí es cuando uno se da cuenta de que la originalidad parece haber pasado al estante de lo obsoleto, y su lugar fue ganado por la copia inescrupulosa.
Y al final estamos como al principio, recayendo básicamente sobre lo mismo. El esfuerzo se puede realizar o no, pero al fin y al cabo es siempre el público el que decide qué es lo que le gusta y qué no. Hoy en día es muy normal que los refritos de contenidos extranjeros se ganen un buen lugar en la pantalla, pero tarde o temprano la gente se da cuenta cuando una producción se dilata más de lo necesario. Es entonces cuando cambia de canal, y vuelve todo a empezar de nuevo.
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